Sí, sí, habéis leído bien. Hormigas zombis. Existen, son reales. Pero no son producto de ningún hechizo mal conjurado ni de extraterrestres malvados que quieren devorar nuestro jugoso encéfalo. Es un hongo quien las convierte en pequeños seres sin voluntad.
El hongo parasitario, una especie de Ophiocordyceps, tiene como objetivo a las hormigas carpinteras de la selva tropical tailandesa. Nuestro hongo secuestra el sistema nervioso de las hormigas, lo que las lleva a comportarse de forma anormal (y bastante específica), orientando su actividad a ayudar al hongo a reproducirse.
El proceso, en general, es siempre similar. El hongo se introduce en su sistema nervioso y "controla su voluntad". Cuando el hongo cree que es necesario, conduce a la hormiga a una rama alta y allí la mata, para crecer dentro de ella y esparcir sus esporas para reproducirse.
La infección tarda, aproximadamente, entre tres y nueve días en convertir a las hormigas completamente en zombies.
Al principio, las hormigas infectadas llevan a cabo su rutina normal: viven en sus nidos, interactúan con otras hormigas, se alimentan...pero conforme va avanzando el tiempo, avanza la infección hasta que el hongo es mayor que la hormiga en su propio cuerpo. Entonces, el hongo se reproduce y llena lentamente el cuerpo y la cabeza de la hormiga, lo que provoca que los músculos se consuman y que las fibras musculares se separen.
Mientras que las hormigas normales rara vez se desvían de un camino marcado sobre el árbol, las hormigas zombies deambulan sin dirección, y sufren convulsiones que provocan que estos animales caigan de los árboles hacia zonas más húmedas, condiciones idóneas para que este hongo se reproduzca.
Pasados unos días, el hongo "ordena" al insecto que se aferre a una hoja. Las células del hongo se multiplican dentro de la cabeza de la hormiga y provocan que las fibras se separen en los músculos encargados de abrir y cerrar la mandíbula de la hormiga. Así, queda nuestra hormiga zombificada y enganchada a la hoja. Una vez en esta etapa, el hongo utiliza un veneno para matar a su huésped.
Días más tarde, el hongo sale a través de la parte superior de la cabeza de la hormiga muerta, florece bella y mortalmente. Con cierto parecido con la cornamenta de un ciervo, este estroma libera esporas que serán recogidas por otra hormiga errante, y así continúa el proceso de infección, y por desgracia para los fans de The Walking Dead, sin mordiscos.
Los recientes estudios sobre este hongo sugiere que no ataca directamente el cerebro de las hormigas, sino que segrega compuestos que afectan a los cerebros de estos insectos y a sus sistemas nerviosos, concretamente a sus neuronas motoras.
Son asombrosos los mecanismos que desarrollan los hijos de la Madre Naturaleza para sobrevivir y perpetuar la especie. Así que chicos, cuidadín con comer setas o chupar hongos de este calibre, o el Armaggedon de la humanidad habrá comenzado.
They are coming... soon. |
Por @Pedro_PB22
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